Mejorar la eficiencia de las fachadas y cubiertas es esencial para optimizar el comportamiento energético de un edificio. El proceso generalmente implica evaluar la situación existente, diseñar una estrategia de intervención y ejecutar las medidas adecuadas. A continuación, se detalla un proceso típico para mejorar la eficiencia de fachadas y cubiertas:
1. Evaluación inicial:
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- Diagnóstico del estado actual: Antes de proponer cualquier intervención, es crucial conocer el estado y las características actuales de las fachadas y la cubierta. Esto implica analizar materiales, sistemas constructivos, existencia de puentes térmicos, y posibles patologías como humedades o grietas.
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- Análisis térmico: Con herramientas como la termografía infrarroja, se pueden detectar puntos de fuga de calor o áreas donde el aislamiento no es óptimo.
2. Diseño de la estrategia:
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- Definición de objetivos: Basado en el diagnóstico, se establecen los objetivos específicos de mejora, ya sea reducir pérdidas térmicas, evitar filtraciones de agua, mejorar el confort interior, etc.
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- Selección de sistemas y materiales: Se eligen los sistemas constructivos y materiales que mejor se adapten a los objetivos, al edificio en cuestión y al presupuesto disponible. Por ejemplo, para fachadas, puede considerarse un sistema SATE o una fachada ventilada; para cubiertas, materiales aislantes adicionales, cubiertas verdes, o sistemas reflectantes.
3. Ejecución:
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- Preparación: Se protege y/o desmonta cualquier elemento que pueda interferir con la obra (como ventanas, bajantes, etc.).
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- Instalación de sistemas de aislamiento: Para fachadas, esto podría involucrar la colocación de paneles aislantes y una nueva capa de acabado; para cubiertas, la adición de capas aislantes y una nueva impermeabilización.
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- Rehabilitación estructural: Si durante el diagnóstico se detectaron problemas estructurales o patologías, estos deben ser tratados. Esto puede incluir reparación de grietas, refuerzo de elementos estructurales o sustitución de partes deterioradas.
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- Acabados y detalles: Una vez instalados los sistemas principales, se trabajan los detalles, como sellados, juntas, acabados superficiales, y la reinstalación de elementos desmontados.
4. Evaluación post-intervención:
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- Pruebas y verificaciones: Tras finalizar las obras, se realizan pruebas para asegurar que se han alcanzado los objetivos de mejora, como pruebas de hermeticidad, termografías o mediciones de transmitancia térmica.
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- Mantenimiento: Aunque las soluciones modernas suelen ser duraderas, es esencial establecer un plan de mantenimiento para garantizar su longevidad y eficacia a lo largo del tiempo.